La médica especialista Silvina Rivero explicó en Mediodías Taficeños (Dale FM 104.7) la importancia de esta asistencia integral para pacientes con enfermedades crónicas y terminales.
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Cuidados paliativos: alivio, dignidad y acompañamiento hasta el final |
En diálogo con el periodista David Correa en Mediodías Taficeños (Dale FM 104.7), la médica Silvina Rivero, especialista en cuidados paliativos, abrió un tema que para muchos resulta complejo: hablar de la muerte y del final de la vida, pero también del derecho de cada persona a transitar sus enfermedades con alivio, dignidad y acompañamiento. Desde su mirada, los cuidados paliativos no son un recurso limitado únicamente a la etapa final, sino una asistencia integral y activa que se ofrece a pacientes con enfermedades crónicas y a quienes atraviesan situaciones terminales. “Los cuidados paliativos nacieron para los pacientes con enfermedades terminales, pero hoy acompañan también a quienes conviven con enfermedades crónicas”, explicó, remarcando el cambio de paradigma que trajo el avance de la medicina en las últimas décadas.
Rivero aclaró que esta práctica busca garantizar calidad de vida en medio de la enfermedad: no se trata de poner una fecha de vencimiento al paciente ni de resignarse, sino de acompañar con tratamientos que alivien el dolor, controlen síntomas y permitan que la persona mantenga la mayor autonomía posible. El objetivo central es que el paciente pueda continuar con actividades simples pero esenciales para su bienestar emocional, como salir a tomar un café con amigos, asistir a misa o compartir un momento en familia, incluso en situaciones donde necesita oxígeno, rehabilitación o analgésicos fuertes. Para la especialista, la clave está en entender que el cuidado paliativo no significa abandono, sino todo lo contrario: es un esfuerzo conjunto y constante para que cada día que reste pueda vivirse plenamente.
El trabajo en paliativos es necesariamente interdisciplinario: médicos, kinesiólogos, nutricionistas, psicólogos y enfermeros integran un equipo que se articula bajo la coordinación del médico paliativo, quien actúa como hilo conductor del proceso. Sin embargo, Rivero subrayó que ningún abordaje es completo sin la presencia y el compromiso de la familia. El acompañamiento de los seres queridos resulta fundamental no solo en lo práctico, sino también en lo emocional: “El médico paliativo es el que gestiona y coordina, pero la familia es la que sostiene al paciente en el día a día”, señaló. Esa visión más humana, menos centrada en lo estrictamente clínico y más atenta al sufrimiento de la persona y su entorno, es lo que diferencia a los equipos de cuidados paliativos de los equipos médicos convencionales.
En este punto, la especialista invitó a dar un paso que todavía cuesta en la sociedad: hablar de la muerte. “Todos en algún momento vamos a necesitar cuidados paliativos, porque indefectiblemente todos nos vamos a morir. La diferencia está en cómo lo hacemos”, sostuvo. Y esa diferencia se juega en cuestiones tan concretas como evitar el dolor físico, controlar la falta de aire, reducir el sufrimiento emocional y garantizar que el paciente no viva su agonía en soledad. En su práctica diaria, Rivero asegura que la medicina tiene un mandato que no se puede eludir: curar a veces, aliviar a menudo, pero siempre acompañar. Naturalizar la conversación sobre el final de la vida ayuda a enfrentarlo con menos temor y con mayor preparación, tanto para el paciente como para sus familiares.
El tema inevitable de la sedación paliativa, y la comparación con legislaciones como la de Uruguay que aprobaron la eutanasia, también formó parte de la charla. Si bien la médica se define como católica y respeta la postura religiosa que considera que nadie puede atentar contra la vida, subrayó que cuando la muerte es inminente y el cuerpo ya no puede sostenerse, tampoco se puede condenar a una persona a una agonía prolongada y dolorosa. “Hay que hablar de la muerte, hay que animarse a hacerlo”, insistió, convencida de que la dignidad debe guiar cada decisión médica y familiar en esas instancias.
El impacto de la pandemia de COVID-19 también fue determinante para visibilizar la necesidad de los cuidados paliativos. La soledad de quienes morían en terapias intensivas y el miedo colectivo a la muerte provocaron un cambio cultural profundo: “Después del COVID, las personas comenzaron a hablar más de la muerte y a buscar no morir solas ni con dolor”, explicó Rivero. Además, observó que en los últimos años aparecieron enfermedades graves en personas más jóvenes y en estados más avanzados de lo habitual, lo que obliga a trabajar de manera más temprana con equipos paliativos. Parkinson en personas de 50 años, tumores agresivos o síndromes demenciales prematuros son algunos de los ejemplos que hoy atienden las clínicas especializadas. “Creo que algo detonó post-COVID: el sistema inmunológico, el estrés, los cambios, todavía no lo sabemos, pero se investiga en todo el mundo”, agregó.
Más allá de los diagnósticos, lo que queda claro es que los cuidados paliativos se convirtieron en un espacio imprescindible de la medicina contemporánea. Ya no se trata solo de pensar en los últimos días, sino en acompañar procesos crónicos que pueden durar años, siempre con la meta de aliviar el dolor, prevenir complicaciones y sostener emocionalmente tanto al paciente como a su familia. Como concluyó Rivero en Mediodías Taficeños (Dale FM 104.7), “todos merecemos vivir nuestros días con dignidad, sin sufrimiento. Hasta el último día”.
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