El padre Carlos Gustavo Pedro reflexionó sobre la Pasión del Señor como un signo de redención, amor y comunión, durante el Viernes Santo en Tafí Viejo.
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La Pasión de Cristo, un acto de amor que transforma la Cruz |
La Pasión de Cristo, un acto de amor que transforma la Cruz
En una conmovedora homilía durante el Viernes Santo, el padre Carlos Gustavo Pedro, párroco de la Parroquia Inmaculada Concepción de Tafí Viejo, meditó sobre la Cruz como signo de redención, amor y transformación espiritual.
La Cruz: de signo de muerte a camino de redención
En la Liturgia del Viernes Santo, el padre Gustavo Pedro explicó por qué este día no se celebra Misa ni se consagra: “Hoy adoramos la Cruz, signo fuerte de nuestra Redención”. Destacó que Jesús convirtió la Cruz —símbolo de maldición y humillación— en una fuente de gracia y salvación.
“Jesús fue condenado como un delincuente, pero Dios transformó esa condena en bendición”, expresó, y recordó que este acto marca el inicio del misterio más profundo del cristianismo: la victoria del amor sobre el dolor.
Un amor sin lógica humana, pero cargado de sentido
“La Pasión del Señor no tiene lógica humana, como tampoco la tiene la muerte de un ser querido”, afirmó el presbítero. Sin embargo, insistió en que Jesús eligió libremente el camino del sufrimiento por amor a la humanidad.
“No necesitaba morir para salvarnos, pero quiso hacerlo. Su elección fue por amor. Su entrega nos abre las puertas de la eternidad”, explicó, subrayando que ese amor debe ser recibido con gratitud y vivenciado en comunión.
La resurrección transforma la visión de la vida y la muerte
Recordando las palabras de San Pablo —“sí Cristo no resucitó, vana es nuestra fe”—, el sacerdote reafirmó la esperanza cristiana en la vida eterna. “Somos seres espirituales, llamados a trascender”, dijo.
La Resurrección nos permite mirar la vida y la muerte con otros ojos: no como final, sino como paso hacia una comunión plena con Dios.
El perdón y la ternura de Jesús en la Cruz
Durante la homilía, el párroco también profundizó en el mensaje de perdón que emana de la Cruz.
“Jesús no deja de pensar en los demás. Perdona al buen ladrón y nos recuerda que ese mismo perdón está disponible para todos nosotros en el Sacramento de la Reconciliación”.
Asimismo, destacó la entrega de María como madre de la humanidad. “Jesús nos da a su Madre. Ella nos consuela como lo hace una madre cuando caemos. Nos anima a levantarnos”, compartió.
De la ritualidad a la comunión auténtica
El padre Gustavo Pedro advirtió sobre el riesgo de convertir la fe en una serie de ritos sin contenido.
“La acción verdadera nace de la comunión con Dios. Sin ella, hasta lo religioso se vuelve pesado”, sostuvo.
Pidió a los fieles que profundicen su relación con el Señor para poder llevar sus cruces con dignidad y fortaleza, y dar testimonio de esperanza en medio del dolor.
El testimonio silencioso de quienes sufren
“Todos llevamos la Pasión en nuestra carne”, dijo el sacerdote, destacando que ser cristiano no elimina el dolor, pero permite transformarlo en testimonio.
“El mundo necesita testigos que, aun en medio del sufrimiento, sigan creyendo”.
Amar a Dios amando a los hermanos
Finalmente, el párroco recordó que amar a Dios implica amar y cuidar al prójimo. “Lo que hagan con uno de estos pequeños, a mí me lo hicieron”, citó.
“Pidamos la gracia de enamorarnos de la Pasión del Señor, y de responder con amor, testimonio y servicio”, concluyó, cerrando una reflexión que conmovió a toda la comunidad taficeña reunida para contemplar la Cruz.
VIERNES SANTO DE LA PASIÓN DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO
Homilía del Presbítero Licenciado Carlos Gustavo Pedro
Párroco de la Parroquia Inmaculada Concepción
18 de abril del Año del Señor 2025
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La Cruz: Signo de Redención
Queridos hermanos, en nuestro Señor Jesucristo celebramos esta Liturgia en la Pasión del Señor. Es el único día del año en que no hay Eucaristía, no hay Consagración: no es Misa. Hoy adoramos la Cruz, signo fuerte de nuestra Redención.
La Cruz, que era símbolo de Maldición, Escarnio y Muerte, fue transformada por Dios en Bendición. Jesús recibe una condena humillante: es crucificado como un delincuente. Sin embargo, lo que humanamente parecía una maldición, Dios lo convirtió en Gracia.
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La Muerte sin lógica y el Misterio del Amor
La Pasión de Jesús no tiene lógica, como tampoco la tiene la Muerte de un ser querido. Aunque intentemos darle sentido, no podemos comprenderla del todo. Jesús, siendo Dios, podría haber redimido a la humanidad con una palabra, pero eligió el camino del sufrimiento y de la Cruz.
¿Por qué? Por Amor. Para salvarnos por medio de su entrega total. Su Muerte y Resurrección nos abren las puertas de la Eternidad.
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Somos seres espirituales llamados a trascender
San Pablo nos recuerda que si Cristo no hubiera resucitado, nuestra fe sería en vano. Pero Él resucitó, y gracias a eso ya no vivimos pensando que todo termina con la Muerte. Somos seres espirituales, llamados a trascender, a elevarnos, a vivir en Comunión con Dios.
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La Pasión, signo de Amor y de Perdón
En la Cruz, Jesús sigue pensando en los demás. Perdona al buen ladrón: “Hoy estarás conmigo en el Paraíso”. Ese mismo Perdón está disponible para nosotros en el Sacramento de la Reconciliación.
Dios quiere restaurarnos interiormente. Solo el ser humano puede vivir en Comunión con Dios. La Pasión del Señor nos invita a descubrirnos profundamente amados.
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La Virgen, Madre de Consuelo
Jesús entrega a María como Madre de la comunidad: “Mujer, ahí tienes a tu hijo”. Ella acompaña en la Pasión de la vida. Como decía Santa Teresita, somos niños en la infancia espiritual que buscamos Consuelo en la mirada de nuestra Madre cuando caemos.
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Comunión, no ritualismo
Crecemos espiritualmente no por hacer muchas cosas, sino por vivir en Comunión con Dios. Desde esa Comunión nace la acción. Si no hay Comunión, incluso las prácticas religiosas pueden parecer pesadas o vacías.
La Comunión con el Señor nos permite tomar nuestra Cruz, seguir caminando y ser fuertes en la adversidad.
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Testimoniar el Amor en medio del Dolor
Todos estamos llamados a testimoniar la Pasión del Señor con nuestra propia vida. San Pablo dice que llevamos la Pasión en nuestra carne. El Dolor, la Cruz, no desaparecen por ser cristianos, pero en Comunión con Dios se transforman en Testimonio.
El mundo necesita Testigos que, aun con sufrimiento, sigan creyendo.
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Amar a Dios es amar a los demás
Cuando experimentamos el Amor de Dios, surge el deseo de corresponder. ¿Cómo amarlo? Él mismo nos dice: “Lo que hagan por uno de estos pequeños, a Mí me lo hicieron”. Amar a Dios nos lleva a obrar bien, a querer y cuidar a los demás. No es un Amor egoísta ni aislado.
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Que la Pasión nos enamore
Pidamos al Señor la gracia de enamorarnos de Él, de mirar la Pasión como un acto inmenso de Amor. Que ese Amor nos impulse a actuar en
la Iglesia, en nuestra comunidad, con todos los que nos rodean.
Que así sea.
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